MLT en la clase tradicional de instrumento: otro mundo es posible

Hoy en día hay bastantes profesores de instrumento conscientes de que algo falla, que algo no va bien. Se encuentran luchando para que los alumnos entiendan los ritmos escritos, para que toquen con algo de comprensión musical, para que se entusiasmen con lo que están tocando. Intentan que estudiar no sea una labor difícil y aburrida para sus alumnos, que la clase no sea simplemente corregir sus errores de lectura. Además, se dan cuenta de que, igual que les pasó a ellos mismos, a sus alumnos la enseñanza no les está dando herramientas para ser musicalmente independientes y creativos. Ven que tras algunos años de aprendizaje, a veces justo cuando están llegando a un punto en que realmente podrían empezar a “hacer algo”, dejan las clases de música y no vuelven a tocar su instrumento.

También ven como, ya que estudiar un instrumento es “aburrido”, la solución que se propone pasa por hacer que sea “divertido”, con lo cual se basa la clase en dar “caramelos” – piezas atractivas por ser conocidas o actuales, pero que contribuyen poco a la técnica y conocimientos del alumno – y se dedica la clase exclusivamente a hacer que el alumno se lo pase bien, sin realmente darle herramientas para su futuro musical, cualquiera que sea este.

Es un panorama desalentador que tiene a muchos profesores buscando soluciones. ¿Cómo hacer que aprender un instrumento sea experimentado por el alumno como una aventura, un descubrimiento constante de nuevas posibilidades creativas y conocimientos que le abren la puerta a la comprensión, tanto de la música que oye como de la que ve escrita? ¿Cómo conseguir que la clase sea un lugar donde probar cosas nuevas, tener nuevas experiencias, aprender cosas útiles para lo que ellos quieren – que es saber hacer música – y no un lugar donde sólo se ponen en evidencia todos sus errores y su falta de habilidad? ¿Cómo darle al alumno una base que le permita elegir su camino en la música, no condicionarlo desde el principio hacia un estilo u otro?

Los educadores que, en esta búsqueda, topan por primera vez con las ideas de Edwin Gordon y su Music Learning Theory suelen pensar cosas como, “Bueno, eso puede estar muy bien pero es muy complicado aplicarlo en mis circunstancias” o quizás “Eso es para los primeros niveles, a mí me llegan más grandes y ya no les puedo cambiar de sistema” o “Todo eso de los modos, sílabas rítmicas o tonales y la improvisación es muy nuevo para mí y no creo que lo pueda hacer” o directamente “¡Qué complicación!”.

Todo eso también lo pensé yo. Pero las ideas de Edwin Gordon me han demostrado ser muy eficaces en conseguir que mis alumnos comprendan la música y sean capaces de usarla ellos mismos para expresarse con el estilo que ellos elijan – no con un estilo impuesto por mí ni por el libro que esté usando.

MLT se adapta a cualquier clase de instrumento, tanto si el profesor tiende hacia la música clásica o hacia la moderna o la tradicional – lo bueno de su enfoque es que no está basado en un estilo en concreto como muchos métodos actuales que fomentan la improvisación con, por ejemplo, únicamente la escala de blues. Lo que hace es enseñar de qué está hecha la música para que el alumno pueda comprender y expresarse en el estilo que prefiera.

No doy clases en circunstancias ideales. No me llegan alumnos ya preparados desde la primera infancia con formación según Music Learning Theory. No siempre me es posible organizar las clases a mi gusto – por ejemplo, que sean en grupo pero de una duración que permita atender a cada alumno, juntando los alumnos según mi criterio, ocupándome de toda su formación musical, etc. No: algunos alumnos vienen en grupo, otros solos; algunos vienen media hora, otros 45 minutos. Algunos vienen únicamente a clase de instrumento, otros también estudian lenguaje musical aparte. Enseño a todas las edades. Algunos empiezan conmigo desde los 6 años, otros me llegan más mayores con algunos conocimientos, otros son adultos, desde jóvenes hasta jubilados. Cada uno con su propio carácter y capacidad musical. Quiero decir, igual que la mayoría de los profesores que posiblemente estáis leyendo esto. Pero, según cada alumno, voy introduciendo poco a poco los conceptos de MLT y el cambio se nota enseguida.

¿Cómo empezar a aplicar Music Learning Theory en un clase tradicional de instrumento? ¿Cuales serían los cambios más evidentes? Primero, que tanto el profesor como el alumno, si hasta ahora no tenían la costumbre, se van a acostumbrar a cantar más – es la mejor manera de poner en funcionamiento el proceso de cognición musical que Gordon llama “audiation”, cuya palabra equivalente en castellano sería “audiación”. Segundo, que tanto profesor como alumno (o alumnos, si es una clase en grupo) se van a mover mucho más, sea de manera fluida o siguiendo el pulso, según el caso. Sólo estos dos puntos ya provocan cambios en la musicalidad de los alumnos. Tercero, que la partitura dejará de ser el centro de la clase, aunque sirva como base de lo que se trabaje. La partitura, aparte de ser una pieza para interpretar, pasa de ser un fin en sí misma a ser una fuente de conceptos musicales a interiorizar de manera auditiva y a aplicar en creaciones musicales propias.

Este último punto es fundamental y es lo que consigue que los alumnos se entusiasmen con la música, porque ven la utilidad de lo que aprenden y cómo les sirve para para expresarse. Ven como cada pieza que aprenden les da más herramientas para su propio desarrollo musical.

Hay dos pasos básicos para empezar a utilizar MLT con un alumno que ya lleva un tiempo estudiando de una manera tradicional. Uno de ellos sienta la base del trabajo tonal y el otro, la base de la comprensión del ritmo. Se puede hacer con cualquier pieza que esté estudiando.

  • Tonal: Enseñar al alumno a reconocer y a cantar la nota de reposo de la pieza (sin estar mirando la partitura – mejor dejar el instrumento de lado y moverse libremente mientras se canta). Este es el primer paso antes de empezar a distinguir tónica y dominante y otros conceptos. Luego, que cante (imitando al profesor) algunos patrones tonales que salen en la pieza (estos son grupos de dos o tres notas que pertenezcan a una sola función tonal, o que son muy características del modo). Se cantan usando sólo sílabas neutras (bum-bum, na-na-na, la-la-la…) – nunca nombres de notas. Después, volver al instrumento y buscar de oído la nota de reposo y los patrones que se han cantado,  con ayuda del profesor.
  • Rítmico: Que el alumno deje el instrumento de lado y que se mueva con el pulso de la pieza mientras el profesor toca o canta; caminando, ayudarle al alumno a sentir y a identificar el pulso principal (macropulso). Según el alumno, puede necesitar un trabajo previo de movimiento fluido, desplazándose, para ser consciente del peso y de cómo influye. Cuando es capaz de reconocer y seguir el macropulso, se marcan a la vez los pulsos secundarios (micropulsos) dando leves golpes con la punta de los dedos, llevando al alumno a discernir si la métrica es binaria o ternaria (de manera puramente auditiva, sin consultar la partitura). Más adelante se le lleva a discernir las divisiones en dos de los micropulsos (en este caso no se marcan con las manos sino usando la voz para reproducirlas). Entre profesor y alumno se tiene una “conversación” haciendo ritmos, que pueden ser de la pieza o improvisados.  (Ver: Sílabas rítmicas: ¿Qué son y para qué sirven?)

Con este trabajo preliminar se puede pasar a crear pequeñas improvisaciones con los patrones tonales aprendidos combinados con diferentes ritmos. El siguiente paso es poner nombres a los conceptos que ha ido interiorizando. En lo tonal, aparte de reconocer auditivamente y nombrar el modo mayor y menor, tónica y dominante, sería empezar a poner “nombres” (sílabas tonales) a las notas que componen los patrones tonales. (Ver ¿Como se usan las sílabas tonales?) Aprender a tocar en tonalidades diferentes los patrones tonales y rítmicos que salen en la pieza que está aprendiendo, y si es una pieza sencilla, a transportar la pieza entera, partiendo de la comprensión de los patrones tonales. En lo rítmico, reconocer y nombrar las diferentes funciones rítmicas y empezar a usar las sílabas rítmicas correspondientes.

Es importante no caer en explicaciones teóricas, sino sencillamente hacer cosas. Con los mayores, a veces es bueno aprovechar alguna circunstancia que dé pie a poder ofrecer la actividad como la respuesta a una duda, ya que suelen querer saber por qué les estás enseñando algo (sobre todo si lo perciben como algo “raro”).

En todo momento es importante que el alumno vea la utilidad de lo que está haciendo, y la mejor manera de que la vea es que, desde el primer momento, utilice los nuevos conceptos para crear sus propias músicas: al principio serán ritmos y melodías improvisados muy sencillos (es importante se se hagan primero con la voz – que obliga a pensar la música – y luego tocando), pero enseguida los puede ir combinando para crear sus propias piezas, añadiendo una sencilla linea del bajo si es alumno de piano (o en los niveles más avanzados de guitarra) o creando una parte de dúo si es de un instrumento melódico (aquí es donde las clases en grupo dan mucho de sí).

Cuando el alumno ha interiorizado bien un concepto, cuando lo vuelve a mirar en la partitura, esta dejará de ser como algo escrito en un idioma extranjero y se volverá comprensible y llena de significado. El alumno empezará a “oir” la música escrita sin tener que tocar el instrumento, y empezará a tener una mayor comprensión de su estructura, lo que le facilitará su memorización.

Richard F. Grunow, Michael E. Martin y Christopher Azzara, los autores de un importante método instrumental basado en MLT (Jump Right In, The Instrumental Series), han elaborado una lista en inglés de 25 maneras de aplicar MLT a la enseñanza tradicional de un instrumento. Aquí incluyo algunas de sus sugerencias, añadiendo algunas mías entre paréntesis:

  • Para el profesor: aprende a cantar las melodías y lineas de bajo de unas cuantas piezas de los métodos de instrumento habituales (lo mejor es que sean en tonalidades y modos diferentes). Enseñarle al alumno a cantarlas  y luego a tocarlas de oído, tanto la melodía como el bajo, con un tempo musical y con los ritmos característicos.
  • Establecer auditivamente la tonalidad y la métrica antes de cantar o tocar (los dos pasos preliminares explicados anteriormente cumplen esta función).
  • Enseñarle al alumno (poco a poco) a escuchar interiormente la nota de reposo, la línea del bajo y las funciones armónicas de la música, y que cante los principales patrones tonales de la pieza antes de tocar.
  • Que el alumno se mueva de diferentes maneras siguiendo la música que está aprendiendo.
  • Enseñarle a poder sentir y identificar los macro- y micropulsos de la estructura rítmica de la pieza.
  • Acostumbrarle a escuchar interiormente con antelación lo que va a tocar. Si no está claro si lo está haciendo, hacer que lo cante y que se mueva con los macro y micropulsos de la música. En un instrumento de viento, la respiración preparatoria debe ir a tempo con la música que va a tocar (los alumnos de otros instrumentos también mostrarán esta preparativa para tocar si están pensando con antelación la música).
  • Fomentar la independencia musical desde el principio: es responsabilidad del alumno afinar y mantener el tempo. Cantar y tocar para los alumnos, no con ellos (excepto si es un acompañamiento). En cada clase el alumno debe tener la oportunidad de tocar y cantar solo.
  • Contrastar una pieza en mayor con una en menor, y añadir piezas en modo dórico y mixolidio, también (hay canciones populares y tradicionales en estos modos, y el libro Experimental Songs and Chants de Bolton, Gordon, Taggart y Valerio ofrece una gran variedad de melodías en todos los modos).
  • Contrastar una pieza de métrica binaria con otra de métrica ternaria, y añadir también piezas con métricas combinadas  (5/8, 7/8, etc.)
  • Ayudarle al alumno a desarrollar un vocabulario de patrones tonales y rítmicos que pueda reconocer e interpretar, enseñándole poco a poco los nombres de los modos y las métricas y cómo reconocerlos de oído (la manera más eficaz es utilizar sílabas tonales y rítmicas).
  • Los que empiezan un instrumento deben pasar de tres a seis meses (como mínimo – según la edad y capacidad individual) tocando de oído antes de introducir la notación musical. Después, la mitad de cada clase debería ser dedicada a tocar de oído (haciendo las diferentes actividades – imitar y crear patrones tonales y rítmicos, improvisar, transportar, etc). (Si esto no es posible, algunos minutos son mejor que nada.)
  • Tocar una misma pieza en diferentes tonalidades y en distintos modos (a partir de la comprensión de los patrones tonales y rítmicos).
  • Emplear patrones tonales y rítmicos propios y de las piezas que el alumno está estudiando para improvisar (melodías y lineas de bajo).
  • En el primer concierto, tocar sin partitura. (Incluso, tocar algo propio.)
  • Utilizar sílabas tonales y rítmicos basados en funciones, no en nombres de notas o en valores rítmicos.
  • Que el alumno cante mientras mueva los dedos según las notas que ha de tocar. (Y luego, que haga lo mismo sin cantar, escuchando la música en su interior.)
  • También es interesante que el alumno tenga muchas oportunidades de escuchar ejemplos de ejecución con la calidad característica del sonido del instrumento (y tocando en una gran variedad de estilos).

Para acabar, hay una actividad que para algunos profesores puede ser difícil al principio pero que es muy importante ir introduciendo: que el profesor cante una variedad de melodías, sin letra, en todos los modos posibles mientras todos se mueven (¡el profesor también!), a veces de manera fluida, a veces siguiendo el pulso (según lo que se quiera trabajar). Pueden ser melodías conocidas; si no, el libro Experimental Songs and Chants mencionado anteriormente es un buen recurso.  Puede ser la melodía de una pieza que el alumno va a aprender, o una que ya sabe, o cualquiera; el alumno, sobre todo si es pequeño, lo percibirá como un cambio de actividad muy bien recibido y la oportunidad de moverse un poco, mientras el profesor lo aprovechará para introducir modos o métricas nuevos y trabajar el movimiento. Los más mayores pueden sentirse tímidos al principio, pero irán descubriendo cosas y también notarán que les va bien. Como sea, es importante para el desarrollo musical del alumno moverse con la música.

La manera de aplicar estos puntos dependerá de la edad del alumno y de su nivel. Si el alumno ya lleva años tocando y está muy habituado, por ejemplo, a contar los tiempos de negra, le costará cambiar radicalmente a usar exclusivamente sílabas rítmicas, pero igualmente estas le servirán para saber analizar mejor los ritmos escritos y a comprender mejor el funcionamiento del ritmo, aunque siga con el hábito de contar mentalmente “un,dos,tres,cuatro”. Lo que aprendemos de pequeños difícilmente desaparece. No importa. Las sílabas son una herramienta y lo importante de ellas es el concepto de las funciones rítmicas – los alumnos enseguida se dan cuenta de su utilidad, y muchos adultos acostumbrados a contar incluso acaban pidiendo trabajarlas más.

El hecho de cantar en clase puede ser mejor aceptado por un niño pequeño que por un adolescente, pero hay maneras de conseguirlo con este último. Si no le damos mayor importancia al hecho de cantar – hacerle ver que tenemos muchas voces diferentes (la de gritar, de susurrar, de imitar ruidos, de hablar normal, de hablar imitando a otros, y de cantar) y que las usamos según la situación – y no exigir mucho al principio, sólo que intente igualar la altura de la nota que canta el profesor, normalmente se va a ir acostumbrando. A lo mejor al principio no va a querer cantar toda una canción, pero probar de imitar patrones tonales, a lo mejor sí. Con los adultos, igual.

De todas maneras, no tenemos que intentar conseguirlo todo desde el principio. Cada pequeño cambio será un avance, y si el alumno percibe la utilidad de lo que le proponemos, lo aceptará. Si no está preparado, se deja para más tarde – ya llegará el momento. Y si no, cada pequeño avance que se haya podido hacer vale la pena.

Estas actividades se pueden integrar poco a poco en el resto de actividades de la clase – no tienen porqué implicar un cambio radical. Aunque, ya que incluso las cuestiones técnicas del instrumento y la interpretación musical se trabajan muy bien dentro de las actividades de MLT, el profesor que lo prueba verá que sus clases rápidamente se van transformando en otra cosa, en otro mundo más musical, más creativo y vivo.

 

 

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