Para mí ha sido una experiencia muy interesante tener el privilegio de explicar, aunque sea de manera muy resumida, los conceptos básicos de Music Learning Theory y cómo aplicarlos dentro del sistema del Do fijo, en la edición de este año de la Fira de Recursos Pedagògics Musicals (FIREPEMU 2015) el dia 3 de octubre en Granollers (Barcelona). Fue una sorpresa muy grata ver que el tema había despertado mucho interès y había un buen número de assistentes. Bastantes de ellos decían ya conocer MLT, unos pocos decían que la aplican con sus alumnos, pero para la mayoría era el primer contacto con las ideas de Edwin Gordon. Me parece útil reflejar aquí algunas de las preguntas que se hicieron durante las dos sesiones del taller, por si a algún lector le ayudan a aclarar alguna duda (para más información se puede clicar sobre los enlaces para ir a una entrada que hable en detalle sobre un tema en concreto).
En general las preguntas (aparte de las específicas sobre detalles de mi presentación) se podrían agrupar en tres temas: el primero, la incomodidad con el hecho de dar prioridad al oido relativo por encima del oido absoluto; segundo, el desconocimiento del uso de la tónica movible, sea el Do movible o las sílabas alternativas; y tercero, la preocupación por crear otro sistema en vez de adoptar uno ya existente en un mundo globalizado.
La duración reducida de los dos talleres (menos de una hora cada uno) hizo imposible dar una explicación detallada de las ideas de Edwin Gordon, por lo que las personas no familiarizadas con MLT ni con la idea de la tónica movible posiblemente se encontraron con conceptos nuevos difíciles de asimilar a la primera. Me hubiera gustado poder dedicar más tiempo al tema; espero que a estas personas les haya picado la curiosidad y que sigan investigando – a lo mejor más adelante tendré la oportunidad de disponer de más tiempo para profundizar más, tanto en los conceptos de MLT como en el tema de las sílabas tonales alternativas.
Probablemente estas personas se han encontrado un poco incómodas al escuchar que la MLT da prioridad al oído relativo y que se utilizan los nombres de las notas sólo cuando estas están fuera de un contexto tonal o para localizarlas individualmente en el instrumento, dando bastante poca importancia al oido absoluto. Una de las preguntas planteadas en el taller manifestaba esta incomodidad al preguntar si es que “en MLT no se enseñan los nombres de las notas”, o si en el caso de que se enseñan, esto no vendría a ser enseñar dos nombres para cada nota. La respuesta sería que, por supuesto, se enseñan los nombres de las notas, pero para referirnos a ellas individualmente, no cuando están dentro de su contexto tonal; por ejemplo, los usamos para decir “la nota Sol en la flauta se toca así”, o “en el piano, la tecla blanca al lado derecho del grupo de dos teclas negras se llama Mi” (en el sistema del Do movible. estos nombres serían letras).
No veo ningún inconveniente en cantar la nota con su nombre y aprender cómo suena (esta es una preocupación de muchas personas entrenadas en el Do fijo: temen que con la tónica movible los alumnos ya no podrán desarrollar su oido absoluto). Lo importante es que cuando la nota está en un contexto tonal, no se cante con su nombre sino con la correspondiente sílaba que indica su función o grado tonal: los profesores debemos distinguir con precisión cuándo estamos trabajando en un contexto y cuándo no. ¿Difícil? No lo creo: si estamos hablando de una pieza en particular, o cantando/tocando una escala o un arpegio, es un contexto tonal (la excepción sería un pieza completamente atonal, aunque incluso en este caso nuestro cerebro llega a establecer relaciones tonales donde teòricamente no las hay). Y cuando hablamos de cómo tocar tal o cual nota, o de cuál nota es la tónica en una pieza, entonces usamos los “nombres de pila” de las notas (Do, Re, Mi o las letras correspondientes si usamos el Do movible).
¿Significa esto que cada nota tiene dos nombres? No: significa que tiene un nombre y muchas funciones diferentes (que también tienen nombre, claro). Cada nota tiene un nombre que se refiere a su altura exacta, la que se mide en vibraciones por segundo, pero a la vez adopta otros “nombres” según su lugar dentro de la escala que se esté empleando. Esto se lo explico a mis alumnos de la siguiente manera: así como cada persona tiene un nombre que se mantiene igual durante toda la vida y, a la vez, una ocupación que puede cambiar (“José era carpintero pero después de dedicó a la arquitectura” o “En este proyecto Pilar será la encargada del material y María será la diseñadora”), cada nota tiene su nombre de pila, pero dentro de cada canción nos referimos a ella según el trabajo que hace en esa canción: “el carpintero” o “la diseñadora” o “el/la jefe”. Para esto usamos las sílabas tonales; todos los alumnos lo entienden a la primera.
A veces, al escuchar hablar de las bondades del sistema del Do movible puede parecer que entre algunos adeptos a MLT utilizar Do, Re, Mi… como nombres de notas se considera algo negativo. Posiblemente algunos se sienten atraídos por el prestigio cultural de los países donde se emplea el sistema del Do movible y les parece mejor usar letras para nombrar las notas. Pero no es cuestión de cuáles nombres usamos para las notas: el problema no es llamar Do al Do. La verdadera cuestión es qué usamos para trabajar las funciones tonales. No creo que sea necesario cambiar 500 años de tradición musical si lo único que hace falta es complementar los nombres autóctonos de las notas con algo que dé nombre a las “ocupaciones” de estas. Algunos profesores utilizan números; se podría incluso usar letras (con los mismos inconvenientes que los números), pero en mi opinión la mejor solución son las sílabas tonales alternativas. Por lo tanto, no echemos la culpa al Do fijo. Si se prefiere el sistema del Do movible por la razón que sea, adelante. Pero para los que no se sienten cómodos con él, busquemos, sencillamente, una buena manera de trabajar el oído relativo – se puede hacer con un total de siete sílabas nuevas, nada más.
La razón por la cual en MLT se da prioridad al oído relativo se puede explicar usando un ejemplo del lenguaje. En la frase “Anong ibig sabihin nito?” todos somos capaces de identificar perfectamente cada letra, y hasta nos podríamos aventurar a pronunciar razonablemente bien las palabras; entendemos, por el signo de interrogante, que debe de ser una pregunta. Pero todos nuestros conocimientos de las letras, del sonido de cada una de ellas – solas y en compañía de otras letras – y del significado de los signos de puntuación, no nos sirven de nada para comprender la frase (es del tagalo y significa: “¿Qué significa esto?”). En la música, ¿de qué nos sirve saber, únicamente, identificar y cantar afinadamente cada una de las notas? Necesitamos saberlas, por supuesto, pero no llegaremos nunca a comprender realmente la música si no sabemos su significado cuando se combinan entre sí de diferentes maneras. Para esto (lo cual es el verdadero significado de saber música) debemos entrenar el oído relativo, y considero que el método más eficaz para hacerlo es usar sílabas tonales.
Otra pregunta que se hizo durante el taller fue si, en un mundo globalizado donde los músicos viajan a otros países donde se utiliza el Do movible, no causaría confusión haber aprendido una serie diferente de silabas (concretamente, las que propongo en este blog). La pregunta es digna de reflexión: si la música es (supuestamente) un lenguaje universal, ¿por qué complicarnos con sistemas musicales diferentes? ¿Porqué no adaptamos todos el mismo? Me hubiera gustado ahondar más en el tema, y aprovecho ahora para explicar mi parecer con un poco más de detalle.
Mi respuesta fue que, aunque no tengo pruebas porque ninguno de mis alumnos, de momento, se ha ido a tocar en una orquesta alemana, creo que no tiene porqué ser un obstáculo ni causar confusión. Primero, porque las sílabas tonales no pasan de ser una herramienta pedagógica que, una vez cumplida su cometido (desarrollar el oído relativo) deja de ser necesaria, con ocasionales excepciones. No son un sistema musical diferente sino una manera de llegar a entender aquel sistema musical que es común a todo mundo occidental. El verdadero obstáculo sería, y es, el desconocimiento del concepto de la tónica movible. Si entendemos un concepto no nos cuesta aprender el equivalente en otros idiomas; lo que sí nos cuesta es aprender conceptos nuevos en un idioma que no dominamos. Si nos han enseñado el concepto de tónica movible, sencillamente es cuestión de averiguar, en el nuevo país, cuáles sílabas tonales se utilizan y aprenderlas. Es cuando no entendemos el concepto que hay dificultades, sobre todo cuando encontramos que “nuestros” nombres de notas son utilizados para otro fin que no comprendemos.
Hace años que vivo en España y me las arreglo razonablemente bien en los dos idiomas locales de mi entorno. Sin embargo, sumo, resto y multiplico en inglés, mi idioma materno. ¿Quiere decir esto que me causa confusión cuando lo hago en castellano o catalán? En absoluto: si hace falta hablar de números en estos idiomas lo puedo hacer sin problemas, solo que “para mis adentros” prefiero hacerlo en inglés porque lo hago más de prisa. Dos sistemas pueden convivir perfectamente si primero hemos asimilado los conceptos – cosa que normalmente hacemos en nuestra lengua materna. Es cuestión de conocer bien las diferencias entre los dos idiomas y no dejarse engañar por lo que los traductores llaman “falsos amigos”: aprender que en inglés la C es lo que aquí se llama Do, y que en inglés Do significa la tónica en mayor (o “To” con las sílabas tonales alternativas) es lo mismo que aprender que thank you significa “gracias” y actually no quiere decir “actualmente” sino “realmente”. Todos los idiomas tienen sus particularidades y nos acostumbramos a ellas rápidamente cuando tenemos un equivalente en nuestro idioma. Los números, por ejemplo, se escriben igual en todos los países occidentales, pero en cada idioma se dicen de manera diferente. ¿Hay algún problema con que el 1 sea “one” en inglés, “ein” en alemán y “uno” en castellano? Lo importante es entender el concepto que representan estas palabras.Si no tenemos un concepto equivalente, ya nos cuesta más.
¿Y por qué no aprendemos directamente el sistema de aquel otro país y ahorramos tener que traducir? Es una opción válida si nuestro plan es emigrar (¿lo haremos todos?) a los países germánicos, anglosajones o escandinavos; de paso podríamos adoptar directamente el inglés o el alemán como lengua y aprender el concepto de la tónica movible junto con el idioma. Pero ¿no sería cuestión de pensar, primero, si no hay más países en el mundo? Rusia y los países del este de Europa, Italia, Francia, Portugal, toda América Latina… Aunque no lo parezca, el sistema del Do movible – o sea, donde se utilizan letras para nombrar las notas – es minoritario en el mundo occidental (para el oriente no tengo datos). Siendo así, ¿cuál es la verdadera razón de preferir lo anglosajón o germánico? Ciertamente, hay muchos materiales didácticos procedentes de estos países que se pueden aprovechar, pero también es verdad que están en inglés o alemán, o sea que igualmente hay que traducirlos: ¿qué problema habría en traducir, junto con el texto, los nombres de notas y las sílabas referentes a las funciones tonales?
En este contexto es importante distinguir entre la música en sí y cuando hablamos sobre ella. Hay culturas (la India, los países árabes, los países asiáticos) con sistemas musicales diferentes; en cambio, este no es el caso de los países del norte de Europa: su sistema musical, repito, es exactamente el mismo que el nuestro. La diferencia no está en el sistema musical sino en la manera de hablar sobre los conceptos musicales, que difiere según el país. Normalmente cada persona habla sobre la música en su propio idioma. Si escuchamos o interpretamos música, estamos pensando “en música” – este lenguaje sí que posiblemente sea hasta cierto punto universal. Pero cuando le ponemos nombres a conceptos que encontramos en esa música, estamos utilizando el lenguaje. Para esto, aunque es verdad que hay muchos términos italianos que todos los músicos tenemos que aprender, los primeros nombres para estos conceptos los aprendemos en nuestro propio idioma. Todos aprendemos lo que es “alegre” o “ir cada vez más despacio” antes de aprender “Allegro” o “Ritardando“. Igualmente sería lógico aprender el concepto de la tónica movible en nuestra lengua, usando los nombres autóctonos de las notas .
Es un hecho conocido que lo que se puede expresar fácilmente en un idioma a veces es más complicado de expresar en otro. Sin embargo, ante la aparición de nuevos conceptos los idiomas cambian y se adaptan, creando nuevas palabras. No por falta de un término o dos se abandona un idioma. Enseñar música en otro idioma (o sea, cambiando los nombres de las notas) solo porqué hemos notado la falta de unos términos en concreto en el nuestro, es hacer el equivalente a lo que están ahora obligados a hacer muchos maestros y profesores de instituto, que es enseñar su materia en inglés – ¡hasta las matemáticas! Es olvidar que lo importante en la educación es enseñar bien los conceptos de cada materia.
Si los alumnos han de saber matemáticas, enseñémosles a entender los conceptos en la lengua que mejor dominen (tanto el profesor como el alumno, si es posible), y si han de saber música, también, lo cual les facilitará entender los mismos conceptos más adelante en cualquier otro idioma o sistema. Si, al contrario, el alumno se encuentra confuso por culpa del idioma o si el profesor no se encuentra “en su elemento” al tener que expresarse en un idioma que no domina bien, y si encima el entorno cultural choca con lo que se enseña en clase, no estamos facilitando la adquisición de los conceptos, ni matemáticos ni musicales. De la misma manera que pocos alumnos y profesores de matemáticas están entusiasmados con dar esta asignatura en inglés, pocas posibilidades tiene la MLT de extenderse en los países donde se usa el Do fijo si la única opción es enseñar sus conceptos en el equivalente de una lengua extranjera, que, encima, utiliza palabras parecidas (Do, Re, Mi…) – “falsos amigos”, pero en este caso para referirse a un concepto desconocido para muchos.
Espero que estos ejemplos hayan servido para ilustrar lo que sería el caso de moverse entre dos sistemas de sílabas tonales: habiendo asimilado un concepto en el propio idioma, no creo que sea problema manejarlo en otro. Lo más probable es que la persona ya estuviera al caso y bien preparada antes de irse. A lo mejor seguiría pensando “To” para sus adentros (como los que hacemos sumas y restas en nuestra lengua materna estemos donde estemos) pero esto no le impediría comprender y funcionar dentro del otro sistema.
Aún reconociendo que adoptar el sistema del Do movible usando letras como nombres de notas nos evitaría tener que adaptarnos al viajar al norte de Europa; y siendo verdad que un alumno que empieza con MLT desde la primera infancia se adapta fácilmente al Do movible; aún así seguiría teniendo mis dudas. No olvidemos que la mayor reserva de una cultura es su lengua. Además, si hace 500 años un gran número de músicos decidieron cambiar el Do movible por el Do fijo, sería porque veían alguna ventaja en ello. Y de hecho la hay: las sílabas Do, Re, Mi son muy cantables, mientras que las letras, no. Es una ventaja poder cantar con musicalidad los nombres de las notas al nombrarlos individualmente. Gordon mismo reconoce que puede ser útil el Do fijo a niveles avanzados, cuando el oído relativo está ya bien entrenado.
Es posible que aquellos músicos del siglo XVI considerasen que con usar el sistema de números para los grados tonales (para el bajo cifrado, por ejemplo), sería suficiente – posiblemente la omnipresencia de la práctica musical en la sociedad (no como ahora, que se hace cada vez menos música en casa, sea cantando o tocando instrumentos) entrenaba el oído relativo desde la cuna con los cantos de la madre y las músicas tradicionales hasta el punto de que lo daban por hecho y no hacía falta enseñar el concepto de manera auditiva. Ahora que con las investigaciones de Gordon y otros se ha comprobado que las sílabas tonales son la mejor herramienta para educar el oído relativo, y para remediar los efectos de dos siglos de educación musical propagada por los conservatorios que lo ha descuidado por completo ¿por qué no aprovechar, ya que podemos, las ventajas de los dos sistemas: una tónica movible adaptada al idioma local, fácil de usar para todas las edades junto con unos nombres de notas agradables de cantar (que además, por suerte, forman parte de la tradición de los países latinos)?
Con esto espero haber ayudado a aclarar dudas entre aquellos que, o no ven claro porqué la MLT da más prioridad al oido relativo, o desconocen el uso de las sílabas tonales y la necesidad de ellas en el sistema del Do fijo, o consideran el sistema del Do movible como un sistema musical y dudan de la conveniencia de inventar otro, cuando en realidad es meramente la manera de referirse en ciertas lenguas a unos conceptos musicales que también existen en las lenguas de los países latinos, pero que han estado descuidados y que conviene revivir con nuevas palabras.
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